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martes, 30 de marzo de 2010

Hasta siempre

24 Abril 1994


A:

Fue poquito el tiempo que pasamos juntos, te escribí un par de poemas muy malos, lo más probable es que hoy estén por ahí tirados entre tus apuntes de la universidad en la mejor de las suertes, o que ese mismo día los perdiste revisando tu mochila antes de tomar la micro. Hasta he pensado que quizás nunca los leíste o que quizás en mis nervios nunca te los entregué, me gusta pensar que si, incluso a veces imagino que los dejaste en una cajita de zapatos, como esas cajitas Calpany que eran de metal y verdes, yo aún conservo una en mi ropero siempre pienso que un día se llenará con algo, no sé con qué pero se llenará, de eso estoy casi seguro, salvo que cuando la veo sigue ahí vacía y tan fría como buen metal que es, pero eso es ya para una conversación después de medianoche, con un par de cigarros de esos que odiabas y que yo de a poco he ido dejando de fumar.

Aquí las cosas han andado muy bien, hace 7 años conocí a una niña cerca de la librería, esa chiquitita, cerca de donde tomábamos café después de clases, el “Café Balayeur” que quedaba por Almte. Montt hacia arriba, nunca olvidaré su nombre, te acuerdas que escribíamos “prosa poética” en esas carpetas de colegio y hojas de roneo, siempre ponían esa cancioncita que nunca pudimos saber quien la cantaba y preguntarle al mozo nos daba tanta vergüenza que finalmente la hicimos nuestro propio secreto y esperábamos a que sonara para irnos, bueno, ella estudiaba gramática en la Católica, le gustaba pintar, también los boleritos y salir a caminar por la playa, y a mi me gustaba salir a caminar con ella, a pesar de que era muy poco lo que conversábamos, quizás me gustaba la sensación de sentirme acompañado o de tener a alguien para regalarle cariño. Al poco tiempo empezamos a salir, después de un par de años nos casamos, la fiesta la hicimos en Horcón, te acuerdas que ahí íbamos a comer empanadas camarón queso y tu siempre dudabas en cual pedir y siempre pedías la misma, a mi me encantaba verte la cara de compungida que ponías frente a tan terrible elección y cuando te echabas los deditos a la boca como mordiéndotelos como si con eso la duda se iría, bueno, vino mucha gente que nunca conocí.

Al tiempo formamos un hogar, tuvimos dos niñitos el Vicente y la Julieta, son tan lindos, el más chico sabe cantar y empezó con clases de chelo en el colegio, la Juli escribe cuentos, ha ganado concursos acá en Valparaíso, el último fue sobre dos niños que se conocieron hace mucho tiempo y que al tiempo se tuvieron que separar por los trabajos de sus padres pero que siempre se escribían mientras soñaban. La Isabel se ríe y les enseña a ser buenas personas, hace poquito hicimos un huerto en el patio, ahí tenemos naranjas, limones y tomates, aún no ha salido nada, pero los niños me dicen que a las plantitas hay que echarles aguita y cantarles, como esa vez que me dijiste mira se puso a llover y no trajimos paraguas, pero por lo menos teníamos un par de audífonos nos pusimos debajo de una cornisa hasta que pasara y cantamos esa canción que decía “so free for the moment” de The Martinis y después nos fuimos a un café que no recuerdo ni su nombre ni donde quedaba.

La casa es grande, la Juli me viene a visitar siempre, ella ya tiene su familia y se hace el tiempo para venir a verme en mi cumpleaños y llamarme para navidad, ella me cuenta que tengo 2 nietas preciosas, aún no las conozco pero me prometió que la próxima vez las traerá, también me contó que Vicente esta viviendo en España hace más de 10 años y que le ha ido muy bien, hace dos años se casó en Madrid, quizás tuvo tantas cosas que hacer para su fiesta que se le olvido decirme o tal vez me llamó por teléfono y yo no estaba en casa y yo que no me muevo nunca de aquí, es más a veces vienen visitas a verme y me dicen que abra la boca y me tomé un juguito con unas pastillas que eso me hará bien, sus visitan son tan cortas, pero sabes a algunos vecinos se los han llevado en cama y tapados con una bolsa, tal vez se mudan de casa o quieren que nadie los vea.

Hoy amanecí en cama, me dolía mucho el pecho, se me acercó una señorita preguntándome si antes de irme me gustaría dejar un recado o escribirle algo a alguien, le dije que para qué si yo no me quería ir a ninguna parte que estaba bien aquí, ella insistió, me dijo que le escribiera a la persona más cercana que tenga para hacerle llegar esta carta, y me acordé de ti, fue poquito el tiempo que pasamos juntos, no recuerdo tu nombre ni como eras, pero si me acuerdo que esos 3 días fueron los más lindos de toda mi vida, quizás no hablabas mucho, pero me encantaba caminar contigo en la playa y que me leyeras poemas de Huidobro, un día antes de que siguieras tu viaje me dijiste que un día te harías famosa y dirigirías una obra de Shakespeare o algo así, me contabas entusiasmada y te brillaban los ojitos, ahora que ya estoy cerca de irme me gustaría decirte que todo este tiempo lo único que he memorizado con los años es tratar no olvidarte, que debí haberte dicho que eras lo que siempre quise en la vida, que me encantaba como caminabas por la arena y hablabas en diminutivos con una voz casi celosa que solo los dos podíamos escuchar y sonreías casi con vergüenza y yo solo te miraba pensando en como decirte lo mucho que me gustabas, han pasado tantos años, me acuerdo que nos vimos un par de veces en Santiago, ibas de la mano de tu novio o marido, no quise acercarme a saludar y te salude desde lejos, eso me dolió un poquito, a veces me gustaba pensar que nos encontraríamos en ese cafecito de Almte. Montt, pero más me gustaba pensar en que si nos volvíamos a ver te diría lo mucho que te quise, sin tocarte, besarte o tenerte y que simplemente nos iríamos no sé donde, la cosa era escapar.

La señorita dice que me queda menos de un par de días para irme, quizás me iré de viaje como mis vecinos. Si te llegara esta carta quiero que sepas que te esperaré para que nos veamos pronto a la vuelta de mi viaje, quizás acá o en otra parte y podríamos empezar algo, como quizás siempre pudo haber sido.


Muchos besos y hasta siempre, Raúl






27 Abril 1994


Querido Raúl:

No sabes cuanto tiempo te he buscado…